miércoles, 3 de marzo de 2010

LOS FENICIOS


Los fenicios habitaron la región situada al Norte de Palestina y al Oeste de Siria, que corre encajonada en una extensión de 200 Km. de largo y aproximadamente 35 a 40 kilómetros de ancho, entre el mar Mediterráneo y las montañas del Líbano. De suelo abrupto y de clima cálido en los valles transversales y frío en las zonas elevadas, el territorio es apto para la agricultura. Impedidos, sin embargo, de internarse en las tierras adyacentes por la existencia de barreras naturales y la presencia de otros pueblos más aguerridos, los fenicios se valieron de los árboles que crecían sobre los montes, construyeron ágiles navíos y se lanzaron al mar Mediterráneo.
Es una costa abierta que permite la navegación y en la que soplan vientos en dirección a la isla de Creta y Egipto. Gracias a estas condiciones, los fenicios se convirtieron en uno de los primeros navegantes de la historia, y también dieron origen a una de las primeras civilizaciones marítimas, convirtiéndose en excelentes navegantes y hábiles comerciantes. Así como el Nilo fue un estímulo para el desarrollo de a cultura egipcia y el Tigris-Eufrates para a Mesopotamia, el mar Mediterráneo fue un elemento primordial para el desarrollo de la cultura fenicia.
Evolución histórica Fenicia nunca formó un estado unificado sino que estuvo integrada por ciudades-estados independientes entre sí y en ocasiones enfrentadas. En caso de un enemigo común solían unirse en una confederación. En determinadas épocas, algunas de las ciudades lograban tener la hegemonía, sin que desaparecieran las demás. Los fenicios también sufrieron varias dominaciones extranjeras: los asirios, los neo-babilónicos y los persas. Sin embargo, esto no resultó un freno para sus actividades. Tres ciudades lograron en distintas épocas la supremacía sobre las demás: Biblos, Sidón y Tiro.
Barco Fenicio
LOS PUEBLOS QUE LO HABITARON
De origen semita, los púnicos o fenicios, o sea hombres colorados, provenientes de la región de Sinaí, adyacente del mar Rojo, llegaron a ese territorio hacia el año 3000 a.C. y fundaron varias ciudades sobre la costa, autónomas entre sí, las que prosperaron sucesivamente, merced al intenso comercio que realizaron. Las principales fueron Biblos, Sidón y Tiro. Otras ciudades fueron Acco y Berito (Beiruth).
Biblos: La primera en adquirir importancia fue Biblos (hoy Djenail) entre los años 250 y 1600 a.C., debido a la expansión del imperio egipcio, que hizo de esta ciudad el gran puerto de exportación de los producto. originarios del Nilo, entre ellos el papiro que, adquirido por los griegos fue identificado con el nombre de la ciudad y finalmente atribuido como denominación a los libros. Biblos mantuvo excelentes relaciones con los egipcios durante el período tinita.
Sidón: Entre los años 1600 y 1200 a.C. alcanzó gran esplendor la ciudad de Sidón, cuyos habitantes llegaron a monopolizar el comercio en el Mediterráneo oriental, como agentes del imperio egipcio. Así se establecieron en las islas de Chipre, Creta, Rodas y otras del mar Egeo; también en el territorio de Grecia; y penetraron, por último en el mar Negro. El apogeo de Sidón concluyó con el fin del imperio egipcio. Aproximadamente en el año 1100 a.C. fue saqueada por los filisteos procedentes de Creta.
Tiro: A partir de la decadencia de Sidón, entre los años 1200 y 900 a.C., adquirió importancia la ciudad de Tiro, edificada en una isla próxima a la costa, a tal punto que, al frente de las ciudades fenicias confederadas, llegó a dominar todo el comercio en el Mediterráneo, desde el estrecho de Gibraltar hasta Egipto. En esta época los marinos fenicios pasaron al océano Atlántico y llegaron hasta el mar del Norte y el mar Báltico. Tiempo después, al servicio de los egipcios, dieron la vuelta al continente africano.
Además, sus caravanas de mercaderes recorrieron por tierra todo el mundo conocido, convirtiéndose en el vehículo de comunicación entre los pueblos de la antigüedad y en el máximo exponente de la navegación y el comercio del mundo conocido en aquel entonces. Sin embargo, hacia el año 900 a.C., esta creciente prosperidad fue interrumpida por el surgimiento de los imperios mesopotámicos, que terminaron por someter a los fenicios. En el año 701 a.C., Tiro cayó en poder del rey de Asiria, Senaquerib, y poco más de un siglo más tarde, en el año 574 a.C., Nabucodonosor, rey de los caldeos, luego de sitiarla durante un año, la ocupó y arrasó.
Con Tiro cayeron las otras ciudades fenicias, las que quedaron subordinadas, primero a los imperios mesopotámicos y luego al imperio persa, hasta que éste debió ceder ante el poder avasallador de Alejandro Magno, en el año 333 a.C.
Sólo Cartago, fundada en el año 814 a.C., sobre la costa africana del Mediterráneo occidental por un grupo de nobles fenicios salidos de Tiro, mantuvo su independencia y disputó luego a los romanos la hegemonía sobre la región adyacente.
Colonias y factorías Los fenicios fueron uno de los primeros pueblos de la antigüedad que fundaron colonias y factorías. Las colonias eran territorios conquistados o adquiridos, donde se establecía una parte de la población fenicia en forma permanente.
Las colonias se fundaron en los lugares más alejados y menos poblados, generalmente del Mediterráneo occidental, como Kart-Hadatsch o Cartago y Utica, en la costa africana; o Massalia (Marsella) en la costa Sur de Francia; o Gades (Cádiz), Málaca (Málaga) e Hispalis (Sevilla), en la región meridional de España. Estas colonias desarrollaron una vida independiente y, salvo las relaciones comerciales, no mantuvieron una vinculación estrecha con las ciudades fenicias

EL IMPERIO ROMANO


El Imperio romano fue una etapa de la civilización romana en la Antigüedad clásica caracterizada por una forma de gobierno autocrática. El nacimiento del imperio viene precedido por la expansión de su capital, Roma, que extendió su control en torno al Mar Mediterráneo. Bajo la etapa imperial los dominios de Roma siguieron aumentando, llegando a su máxima extensión durante el reinado de Trajano, abarcando desde el Océano Atlántico al oeste hasta las orillas del Mar Negro, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico al este, y desde el desierto del Sahara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia al norte. Su superficie máxima estimada sería de unos 6,14 millones de km².
El término es la traducción de la expresión
latina Imperium Romanum, que no significa otra cosa que el dominio de Roma sobre dicho territorio. Polibio fue uno de los primeros cronistas en documentar la expansión de Roma aún como República. Durante casi tres siglos antes de César Augusto, Roma había adquirido numerosos dominios en forma de provincias directamente bajo administración senatorial o bajo gestión consular, y también mediante pactos de adhesión como protectorados de estados aliados. Su principal competidora en aquella época fue la ciudad púnica de Cartago cuya expansión rivalizaba con la de Roma y por ello fue la primera gran víctima de la República. Las Guerras Púnicas obligaron a Roma a salir de sus fronteras naturales, la península Itálica, y poco a poco adquirió nuevos dominios que debía administrar, como Sicilia, Cerdeña, Córcega, Hispania, Iliria, etc.
Los dominios de Roma se hicieron tan extensos que pronto fueron difícilmente gobernables por un Senado incapaz de moverse de la capital ni de tomar decisiones con rapidez. Asimismo, un ejército creciente reveló la importancia que tenía poseer la autoridad sobre las tropas, de cara a obtener réditos políticos. Así fue como surgieron personajes ambiciosos cuyo objetivo principal fue el poder. Este fue el caso de
Julio César, quien no sólo amplió los dominios de Roma conquistando la Galia, sino que desafió la autoridad del Senado romano.
El Imperio romano como sistema político surgió tras las guerras civiles que siguieron a la muerte de Julio César, en los momentos finales de la
República romana. Se alzó como mandatario absoluto en Roma, haciéndose nombrar Dictator (dictador). Tal osadía no agradó a los miembros del Senado romano, que conspiraron contra él asesinándole durante los Idus de marzo en las mismas escalinatas del Senado, restableciendo así la república, pero su retorno sería efímero. El precedente no pasó desapercibido para el joven hijo adoptivo de César, Octavio Augusto, quien sería enviado años más tarde a combatir contra la ambiciosa alianza de Marco Antonio y Cleopatra.

LA GUERRA MUNDIAL



La Primera Guerra Mundial o Gran Guerra fue un conflicto armado que tuvo lugar entre 1914 y 1918,[2] y que produjo más de 10 millones de bajas.[3] Más de 60 millones de soldados europeos fueron movilizados desde 1914 hasta 1918.[4] [5] Originado en Europa por la rivalidad entre las potencias imperialistas, se transformó en el primero en cubrir más de la mitad del planeta. Fue en su momento el conflicto más sangriento de la historia. Antes de la Segunda Guerra Mundial, esta guerra solía llamarse la Gran Guerra o la Guerra de Guerras. Fue la segunda guerra más dañina de la historia tras la Segunda Guerra Mundial
La guerra comenzó como un enfrentamiento entre Austria-Hungría y Serbia. Rusia se unió al conflicto, pues se consideraba protectora de los países eslavos y deseaba socavar la posición de Austria-Hungría en los Balcanes. Tras la declaración de guerra austrohúngara a Rusia el 1 de agosto de 1914, el conflicto se transformó en un enfrentamiento militar a escala europea. Alemania respondió a Rusia con la guerra, obligada por un pacto secreto contraído con la monarquía de los Habsburgo, y Francia se movilizó para apoyar a su aliada. Las hostilidades involucraron a 32 países, 28 de ellos denominados «Aliados»: Francia, Gran Bretaña, Rusia, Serbia, Bélgica, Canadá, Portugal, Japón, Estados Unidos (desde 1917), así como Italia, que había abandonado la Triple Alianza. Este grupo se enfrentó a la coalición de las «Potencias Centrales», integrada por los imperios Austrohúngaro, Alemán y Otomano, acompañados por Bulgaria.